Esta vez, en esta nueva etapa, con la oportunidad que se me brinda de animar nuestra formación, quisiera poder ofreceros El Camino hacia La Fuente -que recorreríamos juntos- que nos permita de forma progresiva y de un modo práctico, llegar a un encuentro más vivo con Dios, nuestro Padre; a relacionarnos con Él como lo hizo Jesús; a gustar y gozar de su Presencia movidos por el Espíritu e, ir así, a la fuente viva que nos permita crecer como cristianos y como hermanos de Las Aguas y poder así experimentar y vivir en nosotros, dentro de nosotros, su Presencia amorosa: “Gustad y ved que bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a Él”. (Sal 33). En este camino se insertan las catequesis que llevamos a cabo: preparación para la primera comunión y preparación para la recepción del sacramento de la Confirmación en dos grupos, uno de jóvenes y otro de adultos.
Tenemos, pues, que mejorar nuestra relación con Dios y vivir más intensamente en nuestro corazón su Presencia y cercanía. No sólo reconocerlo y adorarlo de puertas afuera con el cúmulo de buenas y bellas expresiones artísticas y devocionales con que contamos en nuestra Hermandad; a través del cuidado y el esmero con que rodeamos a nuestros Titulares, nuestras venerables imágenes que nos acercan de modo plástico y sensible al Misterio de nuestra Salvación… No sólo asistiendo y cumpliendo con el calendario de actos y servicios que nos toca realizar en su momento. Necesitamos algo más profundo y esencial para que todo nuestro quehacer de hermanos de Las Aguas sea verdadero y con sentido; urge ahora más que nunca llenarnos de Dios, hacerle un sitio en nuestro interior y que experimentemos que le hemos acogido y Él vive en nosotros: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3,26). Sólo así, seremos reflejo y transparencia suya en todo lo que vivimos y hacemos.
En los primeros pasos de esta Nueva Etapa que estamos iniciando con alegría, la coincidencia con el comienzo del tiempo litúrgico del Adviento, no es casual. Es una buena oportunidad que se nos brinda para abrir de lleno nuestros corazones a Dios que llega, que renueva Su Venida a nosotros en su Hijo querido. Dejémonos llenar por este derroche de Amor para con nosotros y amoldémonos a su proyecto de sanación y salvación. Dejémosle actuar en nosotros, acojamos su presencia transformadora en nuestras vidas y, desde esa Presencia suya en nuestro interior –“El Reino de los cielos está dentro de vosotros”(Lc 17,21)- hagámoslo todo con entusiasmo, movidos por Él. Tampoco es casual que estamos comenzando nuestra andadura en torno a la fiesta de nuestra Madre María Santísima de Guadalupe. En ella encontramos el modelo de la aceptación de la Palabra de Dios en nuestra vida: “Hágase en mí según Tu Palabra” (Lc 1, 38). En torno a ella y con ella, comenzamos a caminar juntos, y nos preparamos a recibir a su Hijo Jesús en nosotros, pues en ello consiste la Navidad, en dejarnos modelar por Dios a imagen de Jesús que viene a nosotros.
Os invito de corazón, hermanos y hermanas de Las Aguas, a vivir intensamente, con alegría y esperanza, nuestras celebraciones de este tiempo santo de Adviento y Navidad.
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