Desde siempre el mundo del fútbol y el de las cofradías, en Sevilla, han tenido una relación especial. Directivos y futbolistas tanto del Real Betis Balompié como del Sevilla F. C. han pertenecido y pertenecen a distintas hermandades de la ciudad. Ahí está el clásico de Lopera y el Gran Poder.
Este martes tuvo lugar un consejo de administración en el Real Betis Balompié, en el que entró un nuevo presidente, Juan Carlos Ollero, y tres nuevos consejeros, entre ellos Ernesto Sanguino, capataz de Sevilla, segundo eterno de Antonio Santiago en tantos pasos de la Semana Santa y que, ahora, «cuelga las botas» al frente de los martillos para dedicarse a asuntos profesionales, como su nuevo cargo en el club heliopolitano. Asimismo, el nuevo presidente es hermano de toda la vida de laAmargura, como uno de sus antecesores en el cargo, Miguel Guillén, lo era de la Quinta Angustia –absténganse de buscar el doble sentido–.
Rafael Gordillo, por su parte, exfutbolista del Real Betis, Real Madrid y 75 veces internacional absoluto, y que ha ocupado también el cargo de presiente del club de la Palmera de forma temporal, es hermano del Polígono de San Pablo y de los Gitanos, donde llegó a salir de costalero en el paso del Señor de la Salud. Era tanta la devoción a esta imagen, que llegó a extenderla al vestuario del Madrid e incluso hizo hermano a su amigo Emilio Butragueño.
No todos los mandamases del Betis han tenido el mismo cariño a las cofradías. El exadministrador judicial del club, José Antonio Bosch, no era precisamente muy cofrade, tanto que le llevó a denunciar al Colegio de Abogados por tener una Inmaculada en la sede, apelando a la «laicidad» de la institución.
En el Sevilla F. C., presidentes históricos de la institución como Carrión o Cuervas eran de la Macarena, la hermandad probablemente más vinculada al mundo del fútbol, ya que numerosos personajes estaban en la nómina de la corporación. Por su parte, José María del Nido, expresidente del club y que actualmente se encuentra en prisión, es hermano de Santa Genoveva y de la Estrella. Del Nido protagonizó una curiosa anécdota en la Semana Santa de 2007 cuando se metió de costalero en el misterio de Nuestro Padre Jesús de las Penas como agradecimiento por haber ganado la primera Copa de la UEFA el club nervionense –con un costal que llevaba impreso el logo del centenario–.
Por otro lado, el director deportivo del Sevilla, Rafael Rodríguez Verdejo «Monchi», que fue portero de la entidad, es hermano de San Bernardo y no se la pierde ningún Miércoles Santo a la salida, en la calle Santo Rey.
Asimismo, el exfutbolista y actual entrenador de fútbol Manolo Jiménez, es costalero de Jesús Nazareno de Arahal, a donde acude cada Viernes Santo, incluso llegaba a pedir permiso para ausentarse del trabajo. Lo hizo en el Sevilla, pero también en el Zaragoza y en el AEK de Atenas. Quién sabe si lo hace ahora también, que entrena al Al-Rayyan de Catar.
De la Macarena es hermano el portero del Celta de Vigo Javi Varas, ex del Sevilla, que también pertenece a la hermandad de Pino Montano. Otros futbolistas devotos de la Esperanza Macarena fueron los béticos Loreto y Julio.
El malogrado Antonio Puerta, por su parte, era hermano de San Bernardo y la Esperanza de Trianay, otra curiosidad, fue que Chevantón, costoso delantero uruguayo que no fructificó en su etapa en el Sevilla, salió de nazareno en el Amor.
Esta vinculación entre el fútbol y las cofradías en Sevilla se ha materializado en el patrimonio de éstas. El palio de la Hiniesta y los antiguos varales de Santa Genoveva llevan los escudos de los clubes sevillanos. Precisamente, el histórico presidente del Betis, Benito Villamarín, costeó en su totalidad el paso de Cristo del Cautivo. Por su parte, el exfutbolista del Sevilla, entre otros equipos, Antoñito, que sufragó en parte la ejecución del paso de misterio del Polígono San Pablo, que lleva los escudos del centenario tanto del Sevilla como del Betis.
En este sentido, los clubes sevillanos acuden cada año a realizar una ofrenda floral a las hermandades vinculadas. El Betis, cuando estaba Lopera al frente, iba al Gran Poder a encomendarse al comienzo de cada temporada y a agradecer los triunfos deportivos como la Copa del Rey de 2005. Ahora, la ofrenda floral la realiza en la vecina parroquia del Claret, donde reciben culto los titulares de La Misión, a donde acude una representación del club cada Viernes de Dolores por la mañana.
En Sevilla, por su parte, hace la ofrenda floral a la Patrona de la Archidiócesis, la Virgen de los Reyes, aunque también entrega un ramo a San Benito el Martes Santo y a la Sed y San Bernardo el Miércoles Santo, como hermandades que son del Distrito Nervión.
El «Cristo de los futbolistas» y la leyenda de Araujo
Cuenta la leyenda que el exdelantero sevillista Juan Araujo, tras retirarse del fútbol, había montado un taller de coches cercano a la Gran Plaza. Araujo, cu
yo hijo estaba gravemente enfermo, acudiño en numerosas ocasiones a San Lorenzo a pedirle al Gran Poder por su salvación. Finalmente, su hijo falleció y él no le perdonó nunca al Señor que se lo hubiera llevado. Dicen que el futbolista se negó a volver a la basílica y le espetó al Gran Poder que, si quería verlo, que fuera él a su casa.
En 1965, con motivo de las Misiones Generales, el Gran Poder fue trasladado a Nervión, como tantas imágenes fueron a distintos barrios de Sevilla. El Señor de Sevilla llegaba por Luis Montoto, con parada en San Benito, donde fue fundada la hermandad, hasta llegar al Hospital de San Juan de Dios. Aquella tarde comenzó a llover, sorprendiendo al Cristo en plena calle. La junta de gobierno buscó refugio a toda prisa, y allá que se fueron para la parroquia de la Inmaculada Concepción, que estaba cerrada. Fue entonces cuando llamaron a un garaje de reparación de coches para refugiar allí al Gran Poder y, quien abrió la puerta, fue el delantero histórico del Sevilla Juan Araujo, quien se postró de rodillas arrepentido por el desafío que le hizo años atrás al Señor.
Lo cierto es que el Señor estuvo en su garaje en Nervión, aunque Araujo se llevó a la tumba la verdad sobre el resto de la historia.
El Cristo de los Futbolistas
Una historia que sí es real como la vida misma es la del conocido Cristo de los Futbolistas. La historia comenzó cuando Scotta, futbolista argentino del Sevilla F. C., se hizo hermano de la Macarena de la mano de Pablo Blanco. El Gringo, como era conocido, encargó en 1981, junto con Bertoni, al imaginero Luis Álvarez Duarte la hechura del un Cristo para la Catedral de Buenos Aires. Jugadores como Tarantini, Ardiles, Kempes o Fillol, que habían ganado recientemente el Mundial, colaboraron con la iniciativa. Así, el Santísimo Cristo del Amor se venera desde entonces en la capital bonaerense. Al que le llaman como el «Cristo de los Futbolistas» sale en procesión cada Jueves Santo entre el fervor de miles de argentinos que lo acompañan.
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