El hermano mayor de la Macarena, Manuel García, ha preguntado por la posibilidad de adquirir el imponente Cristo de la Misericordia, que actualmente se encuentra en la iglesia del convento de Santa Isabel, obra de Juan de Mesa. El objetivo de un grupo de hermanos es recuperar la devoción primitiva que la hermandad de la Esperanza tuvo hasta la Guerra Civil: el Cristo de la Salvación, un crucificado que desapareció en la quema de San Gil en 1936, pero que nadie sabe si pereció en el incendio o solo fue enterrado en la cripta del altar mayor de la parroquia. Este espacio permanece clausurado desde entonces, donde se guardaron los escombros.
Por todo ello, la hermandad de la Macarena tiene la intención de abrir este espacio y, de no aparecer el antiguo crucificado de la Salvación, la intención, al menos del hermano mayor, es pedir la cesión del Cristo de Juan de Mesa. No obstante, si no fuera posible ninguno de las dos imágenes, en el Palacio Arzobispal ya consta la petición de la hermandad para que le sea cedida una imagen con el claro requisito de que tenga la unción del tiempo y la antigüedad necesaria, nunca de nueva factura, tal y como informó Telesevilla.
La Macarena, en su intención de recuperar el culto al desaparecido titular, podría plantear la posibilidad de que esta imagen se incluya en un tercer paso en el cortejo de la Madrugada, tal y como ocurría hasta el siglo XVIII, y que dejó de salir por la falta de poder adquisitivo de aquel entonces a la hora de restaurar sus andas.
En el caso de que todo lo planteado anteriormente resultara efectivo, la intención de Manuel García es que la nueva imagen pueda recibir culto en «la capilla chica», situada en la parte trasera del camarín de la Virgen de la Esperanza, que es el lugar de acceso al mismo. Así, este espacio pretende ser reformado tal y como se informó en el pasado cabildo general.
Por otro lado, el hermano mayor aún no ha obtenido respuesta de las monjas filipenses del convento de Santa Isabel. De hecho, estas religiosas, junto con un grupo de fieles —algunos hermanos de la Macarena—, están intentando incentivar la devoción a esta portentosa imagen.
Finalizada el 7 de noviembre de 1622, restaurado en 1999 por Enrique Gutiérrez Carrasquilla, y olvidada durante años a la devoción, se trata de una imagen de Cristo vivo clavado en la cruz. Sus dimensiones de 170 x 155 x 67 cm en la imagen y 258 x 175 cm con la cruz. Posee los grafismos propios del escultor Juan de Mesa, que en un principio lo concibió como un cristo muerto, de ahí su semejanza morfológica con los cristos similares de este autor, tiene la peculiaridad de que el mismo autor.
El Carmen Doloroso puso sus ojos en él hace 28 años cuando solo poseía aún la imagen de la Virgen. Una propuesta verbal que fue rechazada ya que, según se asegura por protagonistas de la época, fue "legalmente imposible", como bien argumentaron las religiosas por aquel entonces.
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